Un sollozo no siempre dura eterno,
tus penas se hicieron arenilla
de cada noche que amantabas de adornos
para matar tu soledad.
Mi presencia te foguea inalterable
y no lo disimulás, quién te repara
no saber seguir el polvo que soy?
Y así te convertís de nuevo en misterio,
ya no divagamos solamente vagamos
sin esperar a ver que pasa, si reparar en nuestros pasos,
de que no se vayan a demasiado.
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